Quiero volver a hablarte de él, porque de él parten las explicaciones de mí misma.
Nunca alguien (antes) me ayudo a verme a mí, a hacerme consciente de mí., como él lo hizo: logró construir en el terreno más hostil, mi interior.
Y no es que antes de él no hubiera nada... lo había: ahora lo veo, tambien después; pero el asunto de partir de él es que en él tuve una isla. La isla me alimento, me resguardo, me puso a prueba, me ayudó a cuestionarme y a bosquejar "un primer yo".
El día que abandone la isla para no volver, la isla misma me buscó y me regresó sutilmente a sus playas... Pero yo no sabía merecer absolutamente nada: ni que alguien me salvara de las tormentas, ni siquiera que alguien me cobijara.
Amarme, ahora lo veo, era difícil, más cuando al primer cambio huía... o evadía con un nuevo cuento: que si morí en aquella vida y en esta NO nos re encontrabamos; que si viajabamos a un internado juntos, lejano, y ahora nadie podría juzgarnos...
Me entretenía buscando escenarios donde él y yo fueramos posibles, al mismo tiempo que tejía su contraverso por todo el temor de no poder sostener todo aquello.
En que estado me encontrara cuando él y yo hablaramos dictaba como le tratara, y por tanto, como se iba tejiendo nuestra relación: un derecho, un revés, un derecho, un revés... ahora sólo revés, revés, revés... de tanto revés siempre me pregunté: ¿en verdad se está tejiendo algo? Y siempre me lo negué y se lo negué a él en cuanta ocasión pude... él hizo lo mismo...
Y entonces, años después, el único hilo que prevaleció fue el suyo... aún no lo entiendo.
- Kokoro, del Subsistema Kokoro